Queridos hermanos y hermanas, hoy profundicemos en el tema profundo de ser apartados del mundo. En las Escrituras, encontramos un llamado a vivir de manera diferente, a brillar como luces en un mundo a menudo envuelto en oscuridad. Este llamado no es meramente una sugerencia, sino un mandato divino para reflejar el carácter y el amor de nuestro Creador. Ser apartado significa abrazar la santidad, alinear nuestras vidas con la voluntad de Dios y alejarnos de los patrones de este mundo que nos desvían.
En la Biblia, vemos innumerables ejemplos de individuos que fueron apartados para los propósitos de Dios. Consideremos a Noé, quien, en una generación corrupta, halló favor ante los ojos de Dios al caminar fielmente. O pensemos en Daniel, quien, ante una gran presión, se negó a contaminarse con la comida del rey, eligiendo en su lugar honrar a Dios. Estas historias nos recuerdan que ser apartado a menudo requiere valentía y un compromiso firme con la verdad de Dios.
Querido amigo, ser apartado no se trata de aislarnos físicamente, sino de transformar nuestros corazones y mentes. Se trata de vivir con integridad, mostrando amor, misericordia y humildad en todo lo que hacemos. Como creyentes, estamos llamados a estar en el mundo pero no ser del mundo. Esto significa que nos involucramos con el mundo que nos rodea, compartiendo el amor y la esperanza del Evangelio, pero no nos conformamos a sus valores o prácticas que son contrarias a la palabra de Dios.
Ser apartado es un viaje de crecimiento y entrega continua a la voluntad de Dios. Es permitir que Su Espíritu nos moldee, guiando nuestros pensamientos, acciones y deseos. Recordemos que somos escogidos, un sacerdocio real, llamados a proclamar las alabanzas de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
Queridos amigos, ahora veamos las escrituras bíblicas a continuación que hablan sobre ser apartados del mundo.
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”
— 1 Pedro 2:9
1 Pedro 2:9 destaca la identidad especial de los creyentes como “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. Este versículo enfatiza que los seguidores de Cristo son apartados del mundo para proclamar las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a la luz. Ser “apartado del mundo” implica vivir de manera diferente, reflejando los valores y la luz de Dios en sus vidas diarias, mostrando así su transformación y propósito divino.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable perfecta”
— Romanos 12:2
Romanos 12:2 nos exhorta a no conformarnos a los patrones de este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente. Este versículo destaca la importancia de vivir de acuerdo con los principios divinos, en lugar de seguir las corrientes mundanas. Al permitir que Dios transforme nuestra manera de pensar, podemos discernir su voluntad perfecta y buena para nuestras vidas. Ser apartado del mundo implica adoptar valores y conductas que reflejen nuestra fe y compromiso con Dios.
“Por lo cualSalid de en medio de ellos, apartaos, dice el SeñorY no toquéis lo inmundoY yo os recibiré”
— 2 Corintios 6:17
2 Corintios 6:17 llama a los creyentes a separarse de las prácticas y valores del mundo que no honran a Dios. Este versículo enfatiza la importancia de vivir una vida santa y dedicada a Dios, alejándose de influencias que puedan desviar su fe. Al apartarse, los creyentes demuestran su compromiso con los principios divinos, buscando una relación más cercana con Dios. Esta separación no es un rechazo del mundo, sino una invitación a vivir conforme a los valores del Reino de Dios.
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”
— Juan 15:19
Juan 15:19 dice que si pertenecemos al mundo, el mundo nos amará como a los suyos, pero como no somos del mundo y Jesús nos ha escogido, el mundo nos odia. Este versículo nos recuerda que, al seguir a Cristo, somos apartados de los valores y normas del mundo. Ser cristiano implica vivir de manera distinta, siguiendo las enseñanzas de Jesús, lo que a menudo puede resultar en oposición o rechazo por parte del mundo. Nos invita a abrazar nuestra identidad en Cristo.
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. el mundo pasa, sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”
— 1 Juan 2:15-17
1 Juan 2:15-17 nos advierte sobre el peligro de amar al mundo y sus deseos efímeros. En este pasaje, se nos insta a no ser seducidos por los placeres temporales y superficiales, ya que el amor al mundo es incompatible con el amor al Padre. La verdadera vida y plenitud se encuentran en hacer la voluntad de Dios, que permanece para siempre. Este versículo nos llama a ser apartados del mundo, buscando lo eterno en lugar de lo pasajero.
“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”
— Santiago 4:4
El versículo de Santiago 4:4 advierte sobre la amistad con el mundo, afirmando que ser amigo del mundo es ser enemigo de Dios. Esto significa que quienes se alinean con los valores y deseos del mundo, en lugar de seguir la voluntad de Dios, se apartan de su camino. La Escritura nos llama a vivir vidas santas y consagradas, enfocadas en los principios divinos en lugar de las tentaciones terrenales. Este versículo nos recuerda la importancia de ser apartados del mundo y dedicados a Dios.
“Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”
— 1 Pedro 1:14-16
1 Pedro 1:14-16 nos exhorta a vivir de manera santa y apartada del mundo, como hijos obedientes de Dios. Este pasaje nos recuerda que, al igual que Dios es santo, nosotros también debemos esforzarnos por ser santos en nuestra conducta. Al alejarnos de las pasiones mundanas y conformarnos a los principios divinos, reflejamos el carácter de nuestro Creador. Este llamado a la santidad es un recordatorio de nuestra identidad como seguidores de Cristo, llamados a ser luz en un mundo oscuro.
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”
— Colosenses 3:2
Colosenses 3:2 nos exhorta a poner nuestra mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Este versículo nos invita a centrarnos en lo eterno y divino, alejándonos de las distracciones y preocupaciones mundanas. Al hacerlo, cultivamos una perspectiva celestial que nos aparta del mundo, permitiéndonos vivir conforme a los principios y valores de Dios. Así, nuestras acciones y decisiones reflejan una vida consagrada y alineada con nuestro propósito espiritual, buscando siempre la voluntad divina.
“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”
— Gálatas 1:10
Gálatas 1:10 plantea una reflexión sobre a quién buscamos agradar: a los hombres o a Dios. Este versículo resalta la importancia de ser fieles a nuestra fe, incluso si esto significa ser apartados del mundo. Al no conformarnos a las expectativas humanas, reafirmamos nuestro compromiso con el evangelio y nuestra identidad como siervos de Cristo. Este llamado a la autenticidad y al coraje espiritual nos invita a vivir según los principios divinos, aunque eso nos separe de las normas terrenales.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”
— Filipenses 3:20
Filipenses 3:20 nos recuerda que nuestra verdadera ciudadanía está en el cielo, lo que implica que debemos vivir de manera diferente al mundo que nos rodea. Este versículo nos invita a centrarnos en valores y principios celestiales, apartándonos de las influencias terrenales que pueden desviarnos de nuestro propósito divino. Al ser ciudadanos del cielo, nuestra esperanza y expectativa deben estar puestas en Cristo, esperando su regreso y viviendo de acuerdo a su voluntad, reflejando así nuestro llamado a ser apartados del mundo.
“No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”
— Efesios 5:11
Efesios 5:11 nos exhorta a no participar en las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien a exponerlas. Este versículo nos llama a vivir una vida apartada del mundo, evitando las acciones que no agradan a Dios. Al alejarnos de las tinieblas, no solo protegemos nuestra integridad espiritual, sino que también servimos como luz y ejemplo para otros. Ser apartados implica confrontar y revelar la verdad, promoviendo un entorno de justicia y verdad en nuestra vida diaria.
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”
— Mateo 5:14
Matthew 5:14 dice: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Este versículo nos recuerda que, como creyentes, estamos llamados a ser diferentes y a brillar en un mundo que a menudo está en oscuridad. Ser “apartado del mundo” implica vivir de acuerdo con los valores del Reino de Dios, reflejando amor, justicia y verdad. Nuestra vida debe ser un testimonio visible de la esperanza y la luz que Cristo trae al mundo.
“Absteneos de toda especie de mal”
— 1 Tesalonicenses 5:22
1 Tesalonicenses 5:22 nos exhorta a “abstenernos de toda especie de mal”. Este versículo subraya la importancia de vivir una vida apartada del pecado y las influencias negativas del mundo. Al mantenernos alejados de cualquier forma de maldad, reflejamos nuestro compromiso con Dios y demostramos una vida transformada por Su amor. Este llamado a la santidad nos invita a discernir nuestras acciones y pensamientos, eligiendo siempre lo que es bueno y agradable a los ojos de Dios.
“Enseñándonos que, renunciando a la impiedad a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa piadosamente”
— Tito 2:12
El versículo Tito 2:12 nos enseña a vivir de manera sobria, justa y piadosa en este mundo. Nos llama a apartarnos de las pasiones y deseos mundanos, y a vivir una vida que refleje los valores y enseñanzas de Cristo. Este llamado a ser “apartados del mundo” implica rechazar comportamientos y actitudes que no están en línea con la voluntad de Dios, y buscar activamente una vida que honre a Dios en todas nuestras acciones y decisiones.
“Quien nos salvó llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”
— 2 Timoteo 1:9
El versículo 2 Timoteo 1:9 nos recuerda que Dios nos ha salvado y llamado con un propósito santo, no por nuestras obras, sino por su gracia y propósito eterno en Cristo Jesús. Este llamado implica ser apartados del mundo, viviendo de acuerdo con los valores del Reino de Dios. Nos invita a reflejar su santidad en nuestra vida diaria, recordándonos que nuestra identidad y misión provienen de Dios y no de las normas del mundo.
“Seguid la paz con todos, la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”
— Hebreos 12:14
Hebreos 12:14 nos exhorta a buscar la paz con todos y a vivir en santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Este versículo resalta la importancia de ser apartados del mundo al vivir una vida que refleje los valores y principios divinos. Ser santo implica una dedicación a Dios que nos distingue del comportamiento mundano. Al perseguir la paz y la santidad, demostramos nuestra fe y nos preparamos para una relación más cercana con Dios, reflejando su amor y justicia en el mundo.
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”
— 1 Corintios 6:19-20
1 Corintios 6:19-20 nos recuerda que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo y que hemos sido comprados por un precio. Este versículo nos insta a honrar a Dios con nuestras vidas, destacando la importancia de ser apartados del mundo. Al vivir de manera que glorifique a Dios, reconocemos que no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que hemos sido redimidos por Cristo. Este llamado a la santidad y dedicación nos invita a vivir de manera distinta, reflejando el amor y los valores del Reino de Dios.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él”
— 1 Juan 3:1
1 Juan 3:1 dice: “¡Miren cuánto nos ama el Padre que se nos llama hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él”. Este versículo resalta el inmenso amor de Dios al llamarnos sus hijos, un privilegio que nos diferencia del mundo. Al ser apartados por Dios, nuestra identidad y propósito son transformados. Aunque el mundo no nos entienda, nuestra relación con Dios redefine quiénes somos y nos invita a vivir conforme a Sus caminos.
“Yo les he dado tu palabra; el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”
— Juan 17:14-16
Juan 17:14-16 refleja la oración de Jesús por sus discípulos, destacando que ellos no pertenecen al mundo, al igual que Él. Jesús reconoce que sus seguidores enfrentarán odio y desafíos por su lealtad a la verdad divina. Sin embargo, en lugar de pedir que sean retirados del mundo, Jesús ora para que sean protegidos del mal. Este pasaje subraya la idea de vivir una vida apartada, manteniendo valores y principios cristianos, mientras se navega en un mundo que a menudo se opone a ellos.
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno amará al otro, o estimará al uno menospreciará al otro. No podéis servir a Dios a las riquezas”
— Mateo 6:24
Mateo 6:24 afirma: “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Este versículo enseña sobre la incompatibilidad de servir a Dios mientras se está apegado a las cosas materiales y mundanas. Nos llama a decidir a quién entregamos nuestra lealtad, destacando la importancia de apartarnos del mundo para dedicarnos plenamente a Dios y sus valores eternos.
“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”
— 2 Pedro 1:4
2 Pedro 1:4 destaca las preciosas y grandísimas promesas de Dios, permitiéndonos participar de la naturaleza divina y escapar de la corrupción del mundo causada por los malos deseos. Este versículo invita a los creyentes a vivir una vida apartada del mundo, centrada en los valores y virtudes divinas. Al abrazar estas promesas, los cristianos pueden crecer espiritualmente y reflejar el carácter de Cristo, alejándose de las influencias negativas y viviendo una vida transformada en comunión con Dios.
“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, trasladado al reino de su amado Hijo”
— Colosenses 1:13
Colosenses 1:13 dice: “Él nos ha librado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo amado”. Este versículo resalta la transformación espiritual que experimentan los creyentes al ser apartados del mundo oscuro y pecaminoso. Dios, a través de Cristo, nos rescata de la influencia negativa del mundo y nos lleva a un nuevo reino donde reinan la luz y el amor de Jesús. Esta liberación nos invita a vivir de acuerdo con los valores del reino de Dios.
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, no satisfagáis los deseos de la carne”
— Gálatas 5:16
Gálatas 5:16 dice: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Este versículo nos llama a vivir guiados por el Espíritu Santo, lo cual nos aparta de las influencias y deseos mundanos. Al andar en el Espíritu, cultivamos una vida que refleja los valores del reino de Dios, alejándonos de comportamientos y actitudes que no glorifican a Dios. Este camino nos distingue del mundo, permitiéndonos vivir conforme a la voluntad divina y experimentar verdadera libertad espiritual.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia santidad de la verdad”
— Efesios 4:22-24
Efesios 4:22-24 nos llama a despojarnos del viejo yo, caracterizado por deseos engañosos, y a renovarnos en la actitud de nuestra mente. Este versículo destaca la importancia de apartarnos del mundo y sus influencias corruptas, y de revestirnos del nuevo ser, creado según Dios en justicia y santidad. La transformación espiritual implica un cambio interno profundo que nos alinea con los valores divinos, alejándonos de las conductas mundanas y acercándonos a una vida de propósito y santidad.
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”
— Romanos 8:29
Romanos 8:29 habla sobre el propósito de Dios para aquellos que Él ha llamado: ser conformados a la imagen de Su Hijo, Jesús. Este versículo resalta que los creyentes están predestinados a reflejar el carácter y la santidad de Cristo. En el contexto de ser apartados del mundo, significa que los seguidores de Cristo deben vivir de manera diferente, reflejando los valores y principios del reino de Dios en lugar de los del mundo. Esta transformación es un proceso continuo de santificación y crecimiento espiritual.
“Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación abominables idolatrías. A estos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, os ultrajan”
— 1 Pedro 4:3-4
1 Pedro 4:3-4 nos recuerda que, como creyentes, debemos apartarnos de las prácticas mundanas que antes definían nuestra vida. El apóstol Pedro señala que ya hemos pasado suficiente tiempo viviendo de acuerdo a los deseos del mundo, participando en comportamientos que no honran a Dios. Al alejarnos de estas acciones, podemos enfrentar la incomprensión o la crítica de quienes aún las practican. Sin embargo, nuestra transformación y dedicación a una vida santa son testimonio de nuestra nueva identidad en Cristo.
“Les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo”
— Juan 8:23
Juan 8:23 dice: “Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo”. Este versículo destaca la naturaleza divina de Jesús y su origen celestial, en contraste con el mundo terrenal. Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad y propósito, recordándonos que, como seguidores suyos, estamos llamados a vivir con una perspectiva diferente, apartados de los valores mundanos y enfocados en lo eterno y espiritual.
“Sino vestíos del Señor Jesucristo, no proveáis para los deseos de la carne”
— Romanos 13:14
Romanos 13:14 nos exhorta a “vestirnos del Señor Jesucristo y no proveer para los deseos de la carne”. Este versículo nos llama a vivir de manera que refleje a Cristo, apartándonos de las tentaciones del mundo. Al “vestirnos” de Cristo, adoptamos su carácter y valores, lo que nos ayuda a resistir las influencias negativas. Este acto de revestimiento es un compromiso diario de vivir en santidad y devoción, demostrando que somos apartados para Dios, y no conformándonos a los deseos mundanos.
“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones deseos”
— Gálatas 5:24
Gálatas 5:24 dice: “Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Este versículo nos llama a vivir apartados del mundo, renunciando a las pasiones y deseos que nos alejan de Dios. Al seguir a Cristo, somos transformados y llamados a vivir de acuerdo con el Espíritu, dejando atrás la naturaleza pecaminosa. Este acto de “crucificar la carne” simboliza un compromiso profundo de vivir en santidad, reflejando el carácter de Cristo en nuestra vida diaria.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”
— 2 Corintios 5:17
2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Este versículo destaca la transformación radical que ocurre al aceptar a Cristo. Ser apartado del mundo implica dejar atrás viejas conductas y valores, adoptando una nueva identidad en Cristo. Esta renovación espiritual nos llama a vivir de manera diferente, reflejando los valores del reino de Dios y no los del mundo.
“La religión pura sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos a las viudas en sus tribulaciones, guardarse sin mancha del mundo”
— Santiago 1:27
Santiago 1:27 dice: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Este versículo nos insta a practicar una fe genuina que se refleja en actos de amor y compasión hacia los necesitados. Al mismo tiempo, nos llama a mantenernos apartados de las influencias corruptas del mundo, viviendo una vida de integridad y santidad que honre a Dios.
“Para que seáis irreprensibles sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”
— Filipenses 2:15
Filipenses 2:15 nos exhorta a ser “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y perversa”. Este versículo destaca la importancia de vivir una vida que refleje los valores y la luz de Dios, distinguiéndonos del mundo. Al ser “luminares en el mundo”, se nos llama a ser ejemplos de pureza y rectitud, mostrando el amor y la verdad de Dios en nuestras acciones diarias, y así atraer a otros hacia la fe.
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”
— Romanos 6:4
Romanos 6:4 nos recuerda que, al ser bautizados en Cristo, participamos en su muerte y resurrección. Esto simboliza un nuevo comienzo, donde nos apartamos de los caminos del mundo para caminar en novedad de vida. Ser apartado del mundo implica dejar atrás el pecado y vivir conforme a la voluntad de Dios. Este versículo nos invita a reflexionar sobre nuestra transformación espiritual y a vivir una vida que refleje la nueva creación que somos en Cristo.
“Amados, yo os ruego como a extranjeros peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”
— 1 Pedro 2:11
1 Pedro 2:11 nos exhorta a vivir como extranjeros y peregrinos en este mundo, absteniéndonos de los deseos pecaminosos que luchan contra nuestra alma. Este versículo nos recuerda que, como creyentes, estamos llamados a ser apartados del mundo, viviendo con una perspectiva eterna. Nuestra identidad en Cristo nos invita a no conformarnos a los patrones de este mundo, sino a buscar una vida santa y dedicada a Dios, reflejando su amor y verdad en todas nuestras acciones.
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, espacioso el camino que lleva a la perdición, muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, angosto el camino que lleva a la vida, pocos son los que la hallan”
— Mateo 7:13-14
Mateo 7:13-14 nos habla sobre la elección entre dos caminos: uno amplio y fácil que lleva a la perdición, y otro estrecho y difícil que conduce a la vida. Este pasaje nos invita a ser apartados del mundo, eligiendo el camino menos transitado, que implica vivir conforme a los principios de Dios y resistir las tentaciones y valores mundanos. Ser apartado significa buscar la verdad y la justicia, aunque esto requiera esfuerzo y sacrificio.
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”
— Colosenses 3:12
Colosenses 3:12 nos llama a vivir como elegidos de Dios, vistiéndonos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Este versículo nos exhorta a apartarnos de las actitudes y comportamientos del mundo, adoptando en cambio las virtudes que reflejan el carácter de Cristo. Al vivir de esta manera, demostramos que pertenecemos a una realidad espiritual diferente, siendo testigos del amor y la gracia de Dios en un mundo que a menudo carece de estas cualidades.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”
— Efesios 2:10
Efesios 2:10 nos recuerda que somos obra de Dios, creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras que Él preparó de antemano. Este versículo resalta nuestra identidad y propósito divino, llamándonos a vivir de manera diferente al mundo. Al ser apartados, no significa aislarnos, sino reflejar la luz de Cristo en nuestras acciones diarias. Estamos llamados a impactar positivamente nuestro entorno, mostrando el amor y la gracia de Dios a través de nuestras vidas transformadas.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”
— Romanos 12:1
Romanos 12:1 insta a los creyentes a ofrecer sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, como un acto de adoración espiritual. Este versículo subraya la importancia de ser apartados del mundo, viviendo de manera que refleje el carácter de Dios. Al dedicarnos a Él y renunciar a los valores mundanos, demostramos una transformación interna y un compromiso genuino con nuestra fe. Es un llamado a una vida de entrega total y devoción a Dios, distinguiéndonos por nuestra conducta y propósito.
“Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”
— Juan 18:36
Juan 18:36 dice: “Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”. Este versículo destaca cómo el reino de Jesús es espiritual y no terrenal. Significa que los seguidores de Jesús están llamados a vivir según valores celestiales, apartándose de las luchas y ambiciones mundanas, y enfocándose en una existencia más elevada y espiritual.
“Sabemos que somos de Dios, el mundo entero está bajo el maligno”
— 1 Juan 5:19
1 Juan 5:19 nos recuerda que “sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Este versículo subraya la idea de que los creyentes están apartados del mundo, perteneciendo a Dios en un entorno dominado por el mal. Implica un llamado a vivir de manera diferente, reflejando los valores y principios divinos. A pesar de las influencias negativas alrededor, la identidad y propósito del creyente están enraizados en su relación con Dios, quien ofrece protección y guía.
“A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos nuestro”
— 1 Corintios 1:2
1 Corintios 1:2 habla de los creyentes en Corinto, quienes han sido “santificados en Cristo Jesús” y “llamados a ser santos”. Este versículo subraya la idea de ser apartado del mundo para vivir una vida dedicada a Dios. La santificación implica una transformación interna y un compromiso con los valores del Reino de Dios, diferenciándose de las normas y conductas del mundo. Como santos, los creyentes están llamados a reflejar el carácter de Cristo en sus vidas diarias.
“Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta”
— Hebreos 13:12
Hebreos 13:12 dice que Jesús sufrió fuera de la puerta de la ciudad para santificar al pueblo mediante su propia sangre. Este versículo resalta la idea de ser apartado del mundo, siguiendo el ejemplo de Cristo. Al igual que Jesús fue apartado y sufrió fuera de la comunidad, nosotros también estamos llamados a vivir una vida distinta y dedicada a Dios. Este llamado a la santidad implica separarnos de las prácticas mundanas y reflejar el amor y la pureza de Cristo en nuestras vidas diarias.
“Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, dispuesto para toda buena obra”
— 2 Timoteo 2:21
En 2 Timoteo 2:21, se nos anima a apartarnos de todo lo que nos contamina para ser instrumentos útiles en las manos de Dios. Este versículo destaca la importancia de la santificación personal, es decir, de ser apartados del mundo y sus influencias negativas. Al hacerlo, nos convertimos en “vasos de honra”, preparados para toda buena obra. Esto implica vivir de manera que reflejemos los valores y principios divinos, permitiendo que Dios nos use para sus propósitos y para impactar positivamente a los demás.
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración por la renovación en el Espíritu Santo”
— Tito 3:5
Tito 3:5 nos recuerda que nuestra salvación no depende de nuestras obras, sino de la misericordia de Dios. Este versículo enfatiza que somos regenerados y renovados por el Espíritu Santo. En el contexto de ser apartados del mundo, nos invita a vivir una vida transformada, no conforme a los valores mundanos, sino guiada por la gracia divina. Esto nos llama a reflejar el amor y la compasión de Dios, distinguiéndonos como sus hijos en un mundo que necesita su luz.
“Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”
— 1 Tesalonicenses 4:7
1 Tesalonicenses 4:7 dice que Dios nos ha llamado a vivir una vida santa, no impura. Este versículo resalta la importancia de ser apartados del mundo en nuestros pensamientos y acciones, viviendo conforme a los principios divinos. Ser apartado significa buscar la santidad y rechazar lo que nos aleja de Dios. Nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras acciones pueden reflejar el llamado a la pureza y la integridad, viviendo de una manera que honre a Dios y su propósito para nosotros.
“Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno amará al otro, o estimará al uno menospreciará al otro. No podéis servir a Dios a las riquezas”
— Lucas 16:13
Lucas 16:13 dice: “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se apegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Este versículo destaca la importancia de la lealtad y la devoción exclusiva a Dios. Nos recuerda que debemos apartarnos de las distracciones y tentaciones del mundo, como el amor al dinero, para poder servir a Dios de manera íntegra y auténtica. La verdadera adoración requiere un corazón indiviso.
“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos sin mancha delante de él”
— Efesios 1:4
Efesios 1:4 nos recuerda que Dios nos escogió antes de la creación del mundo para ser santos y sin mancha ante Él. Este versículo nos habla de ser apartados del mundo, destacando la intención divina de que vivamos una vida que refleje su santidad. Al ser elegidos por Dios, estamos llamados a vivir de acuerdo a sus principios, diferenciándonos de los valores mundanos y buscando siempre agradar a Dios en todo momento. Esto nos invita a una vida de devoción y propósito divino.
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”
— Mateo 5:48
Mateo 5:48 dice: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Este versículo nos llama a aspirar a la perfección divina en nuestro carácter y acciones. Ser “apartado del mundo” implica vivir de acuerdo con los principios del Reino de Dios, reflejando Su amor y santidad. Aunque la perfección humana es inalcanzable, este llamado nos motiva a crecer espiritualmente y a diferenciarnos del mundo al seguir el ejemplo de Cristo.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”
— Filipenses 4:8
Filipenses 4:8 nos insta a centrar nuestros pensamientos en todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable y digno de alabanza. Este llamado a la reflexión positiva y virtuosa nos ayuda a vivir apartados de las influencias negativas del mundo. Al enfocar nuestra mente en lo que es bueno y edificante, fortalecemos nuestra relación con Dios y cultivamos un carácter que refleja sus valores. Así, nos diferenciamos del mundo al vivir conforme a los principios divinos.
En nuestro caminar espiritual, ser apartado del mundo no es simplemente una separación física, sino un llamado a vivir conforme a los principios divinos, reflejando el amor y la santidad de Dios en cada aspecto de nuestra vida. Aprendemos que la transformación del corazón y la mente, como se menciona en Romanos 12:2, es vital para no conformarnos a los patrones de este mundo. Este proceso implica valentía y un compromiso constante con la verdad, como demostraron Noé y Daniel en las Escrituras.
Nuestro pensamiento debe alinearse con la realidad de que somos un pueblo escogido, un sacerdocio real, como señala 1 Pedro 2:9. Esto nos lleva a actuar con integridad y amor, siendo luces en medio de la oscuridad (Mateo 5:14), recordando siempre que nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20).
Debemos orar para que Dios nos conceda sabiduría y fortaleza para vivir apartados, pero no aislados, comprometidos con Su propósito y amor. Pidamos que Su Espíritu nos guíe y moldee, ayudándonos a poner nuestra mirada en las cosas de arriba (Colosenses 3:2) y a mantenernos firmes en nuestra fe, proclamando las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable.