38 Versículos de la Biblia sobre cómo Dios nos salva del infierno

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”

— Juan 3:16

Juan 3:16 es uno de los versículos más conocidos de la Biblia y encapsula el mensaje central del Evangelio. Declara que Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único para que todos los que creen en Él no se pierdan, sino que tengan vida eterna. Este versículo destaca el amor incondicional de Dios y su deseo de salvarnos del infierno. Nos ofrece la esperanza de la salvación y la promesa de una vida eterna junto a Él, subrayando el sacrificio de Jesús como el camino hacia esta redención.

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”

— Romanos 6:23

Romanos 6:23 dice: “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Este versículo destaca el contraste entre las consecuencias del pecado y el regalo de Dios. El pecado lleva a la muerte, un estado de separación eterna de Dios, pero Dios nos ofrece la salvación a través de Jesucristo. Esta vida eterna es un don inmerecido, enfatizando el amor y la gracia de Dios que nos salva del infierno.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glorí”

— Efesios 2:8-9

Efesios 2:8-9 es un poderoso recordatorio de que la salvación es un regalo de Dios, no algo que podamos ganar por nuestros propios esfuerzos. Estos versículos destacan que somos salvados por gracia, a través de la fe, y no por obras, para que nadie pueda jactarse. Este mensaje enfatiza que nuestra libertad del infierno y reconciliación con Dios es un acto de amor divino, subrayando la importancia de aceptar su gracia con humildad y gratitud.

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración por la renovación en el Espíritu Santo”

— Tito 3:5

Tito 3:5 nos recuerda que la salvación no es por nuestras obras, sino por la misericordia de Dios. Nos salva a través del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo. Este versículo enfatiza que no podemos ganar nuestra salvación por méritos propios; es un don divino. Dios nos libra del castigo eterno no por lo que hacemos, sino por su gracia y amor, transformándonos y dándonos una nueva vida en Cristo.

“Este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”

— 1 Juan 5:11-12

1 Juan 5:11-12 nos recuerda el regalo de la vida eterna a través de Jesucristo. Este pasaje destaca que Dios nos ha dado la vida eterna y que esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no lo tiene, no la posee. En el contexto de la salvación del infierno, estos versículos enfatizan que aceptar a Jesús es el camino para escapar de la condenación y recibir la vida eterna prometida por Dios.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”

— Romanos 5:8

Romanos 5:8 dice: “Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Este versículo resalta el inmenso amor de Dios y su gracia salvadora. A pesar de nuestra imperfección y pecado, Dios envió a su Hijo, Jesucristo, para sacrificarse por nosotros. Este acto de amor es la clave de nuestra salvación, rescatándonos del castigo eterno y ofreciéndonos la esperanza de la vida eterna con Él. Jesús es el puente que nos salva del infierno, demostrando la profundidad del amor divino.

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, cree al que me envió, tiene vida eterna; no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”

— Juan 5:24

El versículo Juan 5:24 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Este pasaje enfatiza la promesa de salvación y liberación del juicio. Al creer en las palabras de Jesús y en Dios, se garantiza la vida eterna, simbolizando la transformación de una vida destinada al infierno a una vida plena en la presencia de Dios.

“Irán estos al castigo eterno, los justos a la vida eterna”

— Mateo 25:46

Mateo 25:46 dice: “E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” Este versículo destaca el destino final de los justos y los injustos, subrayando la importancia de la salvación que Dios ofrece. A través de la fe en Cristo, Dios nos salva del castigo eterno, ofreciendo a los creyentes la vida eterna. Este pasaje resalta la justicia divina y la esperanza de salvación, recordándonos la importancia de vivir conforme a los principios de Dios para evitar el infierno.

“Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor de la gloria de su poder”

— 2 Tesalonicenses 1:9

2 Tesalonicenses 1:9 habla de la consecuencia del rechazo a Dios: una separación eterna de su presencia. Este versículo subraya la seriedad del juicio divino. Sin embargo, el tema de tu contenido se centra en la salvación que Dios ofrece. A través de Jesús, Dios nos brinda la oportunidad de evitar esta separación eterna. Al aceptar su amor y misericordia, obtenemos la promesa de la vida eterna y la salvación del infierno, subrayando la esperanza y redención disponibles para todos.

“El cual quiere que todos los hombres sean salvos vengan al conocimiento de la verdad”

— 1 Timoteo 2:4

1 Timoteo 2:4 expresa el deseo de Dios de que todos sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad. Este versículo refleja el amor y la misericordia de Dios hacia la humanidad, subrayando que su voluntad es que nadie perezca. En el contexto de la salvación del infierno, este pasaje nos recuerda que Dios ofrece a todos la oportunidad de ser rescatados a través del conocimiento de Jesucristo, quien es el camino hacia la vida eterna.

“El que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”

— Apocalipsis 20:15

Apocalipsis 20:15 dice: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” Este versículo subraya la importancia de estar inscrito en el libro de la vida para ser salvo del juicio final y del infierno. En el contexto del tema de cómo Dios nos salva del infierno, resalta la necesidad de aceptar la salvación ofrecida por Dios a través de Jesucristo, quien nos permite ser inscritos en este libro mediante la fe y el arrepentimiento.

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”

— 2 Pedro 3:9

2 Pedro 3:9 nos recuerda la paciencia y el amor de Dios, quien no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. Este versículo resalta el deseo divino de salvarnos del infierno, otorgándonos tiempo para cambiar nuestras vidas y acercarnos a Él. Dios no se apresura en su juicio, sino que muestra misericordia, dándonos la oportunidad de buscar el arrepentimiento y la salvación. Es un llamado a aceptar su gracia y el camino hacia la vida eterna.

“A otros salvad, arrebatándolos del fuego; de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”

— Judas 1:23

Judas 1:23 nos exhorta a rescatar a otros del peligro inminente, actuando con urgencia y compasión. Este versículo subraya la importancia de nuestra misión de compartir el mensaje de salvación, destacando que el amor de Dios puede salvarnos del juicio eterno. Nos invita a mostrar misericordia a los que dudan, pero también a tener cuidado de no caer en sus errores. Es un llamado a ser instrumentos de Dios para guiar a otros hacia la salvación y alejarlos del infierno.

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, espacioso el camino que lleva a la perdición, muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, angosto el camino que lleva a la vida, pocos son los que la hallan”

— Mateo 7:13-14

Mateo 7:13-14 nos habla sobre los dos caminos que podemos elegir en nuestra vida: el camino ancho, que lleva a la perdición, y el camino estrecho, que conduce a la vida eterna. Este pasaje resalta la importancia de tomar decisiones conscientes y seguir a Cristo, quien nos salva del infierno. A través de Jesús, tenemos la oportunidad de elegir el camino estrecho y alcanzar la salvación, recordando que el camino de Dios puede ser desafiante, pero es el único que lleva a la vida eterna.

“En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”

— Hechos 4:12

Hechos 4:12 dice: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Este versículo destaca que la salvación del infierno y la condenación eterna solo es posible a través de Jesucristo. Afirma la exclusividad de Cristo como el único mediador entre Dios y la humanidad, enfatizando que solo a través de Él podemos recibir la redención y la vida eterna, evitando así la separación eterna de Dios.

“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, trasladado al reino de su amado Hijo”

— Colosenses 1:13

Colosenses 1:13 dice: “Él nos ha librado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo amado”. Este versículo resalta el poder salvador de Dios, quien nos rescata del pecado y la condenación, simbolizados por las “tinieblas”. Mediante Jesús, somos trasladados a un reino de luz y esperanza. Este acto de salvación es una manifestación de la gracia divina, asegurándonos un lugar lejos del infierno y cerca de Dios.

“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”

— Romanos 10:13

Romanos 10:13 dice: “Porque todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo”. Este versículo enfatiza la accesibilidad de la salvación para todos. No importa el pasado de una persona o sus fallas, la salvación está al alcance de quienes clamen a Dios con fe. Esta promesa ofrece esperanza y seguridad de que Dios desea salvarnos del infierno, brindándonos la oportunidad de redención y vida eterna a través de una relación sincera con Él.

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”

— Filipenses 3:20

Filipenses 3:20 nos recuerda que “nuestra ciudadanía está en los cielos”, lo que significa que, como creyentes, nuestra verdadera patria es celestial. Este versículo nos ofrece la esperanza de que, a través de la fe en Cristo, somos rescatados del castigo eterno y asegurados en la vida eterna con Dios. Nos alienta a vivir con una perspectiva celestial, confiando en la salvación que Dios nos ofrece, y a esperar con anhelo el regreso de nuestro Salvador, Jesucristo, quien nos librará del infierno.

“Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”

— Hebreos 9:28

Hebreos 9:28 dice: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” Este versículo destaca el sacrificio único y suficiente de Cristo para redimirnos del pecado. Al confiar en Él, somos salvados del juicio y de la condenación eterna. Su segunda venida promete salvación final y completa para aquellos que esperan en Él, ofreciendo esperanza y liberación del infierno.

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, por su llaga fuimos nosotros curados”

— Isaías 53:5

Isaías 53:5 es un poderoso versículo que describe el sacrificio de Jesús por la humanidad. Dice: “Mas él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Este versículo resalta cómo Jesús sufrió en nuestro lugar, llevando el castigo que merecíamos por nuestros pecados. Su sacrificio nos ofrece la salvación y nos libra del castigo eterno, demostrando el amor redentor de Dios y su plan para salvarnos del infierno.

“Porque tu misericordia es grande para conmigoY has librado mi alma de las profundidades del Seol”

— Salmos 86:13

El versículo de Salmos 86:13 dice: “Porque grande es tu misericordia para conmigo; has librado mi alma de las profundidades del Seol”. Este pasaje resalta la infinita misericordia de Dios, quien salva a los fieles de la condenación y el sufrimiento eterno. Nos recuerda que, a través de Su amor y compasión, Dios ofrece salvación y rescate del infierno. Es un testimonio de la gracia divina que nos libera del destino oscuro y nos guía hacia la luz y la esperanza.

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad, la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”

— Juan 14:6

Juan 14:6 dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Este versículo destaca la exclusividad de Jesús como el único mediador entre la humanidad y Dios. En el contexto de la salvación del infierno, enfatiza que la salvación y la vida eterna se obtienen solo a través de una relación con Jesús. Él es el camino que nos lleva a la reconciliación con Dios, ofreciendo una esperanza segura de salvación y vida eterna.

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”

— Romanos 8:1

El versículo Romanos 8:1 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. Este pasaje resalta la liberación del juicio y la condenación eterna para quienes han aceptado a Cristo como su salvador. A través de su sacrificio, Jesús nos ofrece la salvación y nos rescata del infierno. Aquellos que viven según el Espíritu y no según la carne, experimentan la gracia de Dios, que nos asegura una vida eterna libre de condena.

“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”

— 1 Corintios 15:22

1 Corintios 15:22 dice: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. Este versículo resalta el contraste entre la muerte espiritual heredada a través de Adán y la vida eterna ofrecida por Cristo. En el contexto de la salvación del infierno, enfatiza que, aunque la humanidad enfrenta la muerte debido al pecado original, la fe en Cristo nos ofrece la promesa de resurrección y vida eterna, rescatándonos del destino eterno de separación de Dios.

“Pero los cobardes incrédulos, los abominables homicidas, los fornicarios hechiceros, los idólatras todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego azufre, que es la muerte segunda”

— Apocalipsis 21:8

Apocalipsis 21:8 advierte sobre el destino de los impíos, destacando que los cobardes, incrédulos y otros pecadores enfrentarán la “segunda muerte” en el lago de fuego. Este versículo subraya la seriedad del juicio divino, pero también resalta la salvación que Dios ofrece a través de Jesucristo. Aceptando a Cristo y viviendo en obediencia a sus enseñanzas, los creyentes son rescatados de este destino, asegurando la vida eterna y la comunión con Dios en lugar del castigo eterno.

“No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma el cuerpo en el infierno”

— Mateo 10:28

Mateo 10:28 nos recuerda la importancia de temer a Dios más que a los hombres. Este versículo nos enseña que, aunque los hombres pueden amenazar nuestro cuerpo físico, solo Dios tiene el poder sobre nuestra alma y su destino eterno. En el contexto de la salvación del infierno, este versículo subraya que debemos buscar la protección y salvación que solo Dios ofrece, viviendo con reverencia y obediencia a su voluntad para asegurar nuestra alma en sus manos eternas.

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”

— 2 Corintios 5:21

2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Este versículo destaca el sacrificio de Jesucristo, quien, siendo perfecto, tomó sobre sí el pecado de la humanidad. A través de su sacrificio, Dios nos ofrece la salvación y la oportunidad de ser reconciliados con Él. Esta acción divina nos libera de la condenación y nos salva del infierno, mostrándonos el amor y la misericordia de Dios.

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”

— Hebreos 2:14-15

Hebreos 2:14-15 nos revela cómo Jesús, al tomar forma humana y experimentar la muerte, derrotó el poder del diablo, quien tenía el control sobre la muerte. Este acto liberador nos salva del temor a la muerte y del destino eterno del infierno. Al destruir al que tenía el poder de la muerte, Jesús nos ofrece libertad y salvación, asegurándonos una vida eterna con Dios. Este versículo destaca la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, brindándonos esperanza y redención.

“Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, viviréis”

— Ezequiel 18:32

Ezequiel 18:32 dice: “Porque no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Jehová; convertíos, pues, y viviréis”. Este versículo refleja el deseo de Dios de salvarnos del castigo eterno. Dios no se complace en la muerte espiritual de nadie; más bien, llama a todos al arrepentimiento y a una vida transformada. Su amor y misericordia se manifiestan en Su invitación constante a volver a Él, ofreciéndonos así la salvación y la vida eterna en lugar del infierno.

“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, a Jesucristo, a quien has enviado”

— Juan 17:3

Juan 17:3 dice: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” Este versículo subraya que la salvación y la vida eterna se encuentran en la relación y el conocimiento de Dios y Jesucristo. Nos recuerda que es a través de esta conexión personal con el Salvador que somos rescatados del infierno y recibimos la promesa de la vida eterna, enfatizando la importancia de una fe profunda y genuina.

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel justo para perdonar nuestros pecados, limpiarnos de toda maldad”

— 1 Juan 1:9

1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Este versículo nos asegura que Dios nos ofrece salvación y libranza del infierno mediante el perdón de nuestros pecados. Al confesar sinceramente nuestras faltas, Dios, en su fidelidad y justicia, nos limpia y nos aparta del camino de la condenación. Es un recordatorio poderoso de que el arrepentimiento sincero nos acerca a la salvación eterna y a la paz con Él.

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; no borraré su nombre del libro de la vida, confesaré su nombre delante de mi Padre, delante de sus ángeles”

— Apocalipsis 3:5

Apocalipsis 3:5 dice: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” Este versículo refleja la promesa de salvación y redención que Dios ofrece a quienes perseveran en la fe. Las vestiduras blancas simbolizan pureza y victoria, mientras que el libro de la vida representa la seguridad de no enfrentar la condenación eterna. Dios asegura a los fieles su lugar en el cielo, alejándolos del infierno.

“Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”

— Mateo 18:14

Mateo 18:14 dice: “Así tampoco es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”. Este versículo destaca el amor y la misericordia de Dios, quien no desea que ninguno de sus hijos se pierda. En el contexto de la salvación, subraya que Dios se esfuerza incansablemente por salvarnos del infierno, demostrando su deseo de redimirnos y guiarnos hacia la vida eterna. Refleja su compasión y su compromiso con nuestra salvación.

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar a salvar lo que se había perdido”

— Lucas 19:10

Lucas 19:10 dice: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Este versículo resalta la misión redentora de Jesús, enfatizando su propósito de salvar a la humanidad del pecado y, por ende, del infierno. Jesús busca activamente a aquellos que están perdidos espiritualmente, ofreciendo salvación y reconciliación con Dios. Su sacrificio en la cruz es el medio por el cual los creyentes pueden escapar del castigo eterno y obtener vida eterna. Este mensaje centraliza la esperanza y el amor divino.

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, no de mal, para daros el fin que esperáis”

— Jeremías 29:11

Jeremías 29:11 es un versículo que ofrece esperanza y consuelo, recordándonos que Dios tiene un plan de bienestar y no de calamidad para nosotros, dándonos un futuro lleno de esperanza. En el contexto de cómo Dios nos salva del infierno, este versículo subraya la intención divina de guiarnos hacia la salvación y la vida eterna. Dios, en su amor y misericordia, desea redimirnos y protegernos, asegurando que nuestros destinos estén llenos de paz y redención.

“Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, cree en él, tenga vida eterna; yo le resucitaré en el día postrero”

— Juan 6:40

Juan 6:40 dice: “Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final”. Este versículo resalta la promesa de salvación y vida eterna ofrecida por Dios a través de la fe en Jesucristo. Muestra cómo la creencia en Jesús no solo nos salva del infierno, sino que también asegura nuestra resurrección y vida eterna, cumpliendo la voluntad divina de salvación para todos los creyentes.

“Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”

— 1 Tesalonicenses 5:9

1 Tesalonicenses 5:9 nos recuerda que Dios no nos ha destinado a la ira, sino a recibir la salvación a través de Jesucristo. Este versículo subraya la intención divina de librarnos del castigo eterno y ofrecernos una vida eterna. Dios, en su amor y misericordia, ha provisto un camino para que seamos salvados del infierno, enfatizando su deseo de que vivamos en comunión con Él. A través de Cristo, encontramos la esperanza y la certeza de nuestra salvación.