41 Versículo de la Biblia sobre que solo Dios puede perdonar pecados

“¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?”

— Marcos 2:7

Marcos 2:7 dice: “¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” Este versículo captura la reacción de los escribas ante Jesús, quien había declarado perdonados los pecados de un paralítico. La pregunta retórica destaca una creencia fundamental: solo Dios tiene el poder de perdonar pecados. Jesús, al perdonar, revela su identidad divina, desafiando las expectativas religiosas de su tiempo y mostrando que Él es Dios encarnado, con autoridad sobre el pecado.

“Entonces los escribas los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?”

— Lucas 5:21

Lucas 5:21 relata la reacción de los fariseos y maestros de la ley al escuchar a Jesús perdonar los pecados de un hombre. Se preguntan: “¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” Este versículo destaca la creencia central en el judaísmo de que solo Dios tiene la autoridad para perdonar pecados. Jesús, al perdonar pecados, revela su identidad divina, mostrando que él es Dios encarnado, capaz de ofrecer el perdón y la redención a la humanidad.

“Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, vete a tu casa”

— Mateo 9:6

Mateo 9:6 destaca el poder de Jesús para perdonar pecados, una autoridad que solo Dios posee. En este pasaje, Jesús sana a un paralítico para demostrar que tiene la autoridad divina para perdonar pecados. Al hacerlo, reafirma su identidad como el Hijo de Dios y muestra que el perdón de los pecados es una obra divina. Este versículo subraya la creencia cristiana en que solo a través de Jesús se puede obtener el verdadero perdón y reconciliación con Dios.

“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, no me acordaré de tus pecados”

— Isaías 43:25

Isaías 43:25 resalta la capacidad única y divina de Dios para perdonar pecados. Este versículo subraya que es solo Dios quien puede borrar nuestras transgresiones por Su amor y misericordia, sin recordar más nuestras faltas. La enseñanza central es que el perdón divino no depende de nuestras acciones, sino de la gracia y voluntad de Dios. Este pasaje ofrece consuelo y esperanza, recordándonos que, a través de Su perdón, podemos ser reconciliados y renovados espiritualmente.

“De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado”

— Daniel 9:9

Daniel 9:9 destaca la misericordia y el perdón de Dios, subrayando que solo Él tiene la autoridad para perdonar nuestros pecados. En el contexto del arrepentimiento y la confesión, este versículo nos recuerda la compasión divina y la disposición de Dios para restaurar nuestra relación con Él a pesar de nuestras faltas. Al reconocer nuestra necesidad de su perdón, somos llamados a acercarnos a Dios con humildad, confiando en su amor y gracia infinitos.

“Que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión el pecado, que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera cuarta generación”

— Éxodo 34:7

Éxodo 34:7 destaca la naturaleza misericordiosa y justa de Dios, quien perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, pero no deja al culpable sin castigo. Este versículo resalta que solo Dios tiene la autoridad y poder para perdonar los pecados, ya que Él es el juez supremo. A través de Su amor y justicia, ofrece perdón a quienes se arrepienten, al mismo tiempo que mantiene Su santidad al tratar con el pecado de manera justa y equitativa.

“Él es quien perdona todas tus iniquidadesEl que sana todas tus dolencias”

— Salmos 103:3

El versículo de Salmos 103:3 destaca la capacidad única de Dios para perdonar todos los pecados y sanar todas las enfermedades. Este pasaje subraya la misericordia infinita y el poder restaurador de Dios, recordándonos que solo Él tiene la autoridad y el amor para limpiarnos de nuestras transgresiones. En un mundo donde el perdón humano es limitado, este versículo nos invita a buscar en Dios el perdón verdadero y la renovación, reconociendo su papel esencial como nuestro sanador espiritual y físico.

“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia”

— Miqueas 7:18

Miqueas 7:18 destaca la incomparable misericordia de Dios al perdonar pecados. El profeta se asombra de cómo Dios no guarda rencor y muestra compasión a su pueblo. Este versículo subraya que solo Dios tiene el poder y la voluntad de perdonar verdaderamente, pasando por alto las transgresiones. Su amor y misericordia son infinitos, y su disposición a perdonar nos invita a acercarnos a Él con confianza y humildad, reconociendo que el perdón genuino proviene de su gracia divina.

“A ella le dijo: Tus pecados te son perdonados”

— Lucas 7:48

Lucas 7:48 dice: “Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.” Este versículo destaca la autoridad de Jesús para perdonar pecados, un poder que, según la tradición bíblica, solo Dios posee. En el contexto de este pasaje, Jesús perdona a una mujer que muestra un profundo arrepentimiento, revelando su divinidad y misericordia. Este acto no solo demuestra su amor incondicional, sino que también subraya que el perdón divino está disponible para todos los que se acercan a Él con fe y arrepentimiento.

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”

— Colosenses 1:14

Colosenses 1:14 nos recuerda la centralidad de Cristo en el perdón de los pecados, afirmando que en Él tenemos redención y el perdón de nuestros pecados. Este versículo destaca que solo a través de Jesús, quien es la imagen visible del Dios invisible, podemos recibir el perdón divino. Subraya la creencia cristiana de que Dios, en su infinita gracia, ofreció a su Hijo como el medio exclusivo para restaurar nuestra relación con Él, liberándonos de la culpa y la condena.

“De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”

— Hechos 10:43

Hechos 10:43 resalta que todos los profetas dan testimonio de Jesucristo, afirmando que mediante su nombre, todo el que cree en Él recibe el perdón de los pecados. Este versículo subraya la creencia cristiana de que solo Dios, a través de Jesucristo, tiene el poder de perdonar pecados. Jesús es el mediador entre Dios y la humanidad, y su sacrificio ofrece la redención y el perdón a todos los que creen en Él, confirmando la exclusiva autoridad divina en el perdón.

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel justo para perdonar nuestros pecados, limpiarnos de toda maldad”

— 1 Juan 1:9

1 Juan 1:9 nos recuerda que solo Dios tiene el poder de perdonar nuestros pecados. Este versículo enfatiza la importancia de confesar nuestras faltas, ya que Dios es fiel y justo para limpiarnos de toda maldad. Nos asegura que no importa cuán lejos creamos haber caído, siempre podemos acudir a Él en busca de perdón y restauración. Es un llamado a reconocer nuestras imperfecciones y a confiar en la misericordia divina para renovar nuestra relación con Él.

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”

— Efesios 1:7

Efesios 1:7 dice: “En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”. Este versículo subraya que solo Dios, a través de Jesucristo, puede otorgar el perdón de los pecados. La sangre de Cristo, derramada en la cruz, es el medio por el cual somos redimidos. Esta gracia divina es un regalo inmerecido, destacando el amor y la misericordia infinita de Dios hacia la humanidad, al ofrecer salvación y reconciliación con Él.

“Porque seré propicio a sus injusticiasY nunca más me acordaré de sus pecados de sus iniquidades”

— Hebreos 8:12

Hebreos 8:12 nos revela una verdad fundamental sobre el carácter de Dios: Su infinita misericordia y capacidad para perdonar. El versículo dice: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.” Este pasaje resalta que solo Dios tiene el poder absoluto para perdonar pecados, eliminando las transgresiones de aquellos que se acercan a Él con fe y arrepentimiento sincero. Su perdón es completo y definitivo, ofreciendo una nueva oportunidad para vivir en Su gracia.

“Pero en ti hay perdónPara que seas reverenciado”

— Salmos 130:4

El Salmo 130:4 resalta la verdad fundamental de que solo Dios tiene el poder de perdonar pecados. Este versículo subraya la misericordia y la gracia divinas, recordándonos que el perdón es un atributo exclusivo de Dios, quien, en su amor infinito, ofrece redención a los arrepentidos. Al reconocer nuestra incapacidad para expiar nuestros propios pecados, nos invita a confiar plenamente en la bondad divina, promoviendo una relación más profunda y sincera con el Creador, quien es nuestra única fuente de esperanza y salvación.

“DiciendoBienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadasY cuyos pecados son cubiertos”

— Romanos 4:7

Romanos 4:7 dice: “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos”. Este versículo resalta la bendición y el alivio que se experimenta cuando Dios perdona nuestros pecados. Solo Dios tiene el poder y la autoridad para perdonar, borrando nuestras transgresiones y cubriéndonos con Su gracia. A través de este perdón divino, somos liberados de la culpa y encontramos paz, sabiendo que nuestras faltas ya no nos condenan.

“Venid luego, dice Jehová, estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”

— Isaías 1:18

Isaías 1:18 es un llamado al perdón y la reconciliación con Dios. En este versículo, Dios invita a las personas a acercarse y razonar con Él, prometiendo que, aunque sus pecados sean tan graves como la escarlata, Él los hará blancos como la nieve. Este pasaje resalta la capacidad única de Dios para perdonar y limpiar, enfatizando que solo a través de Su gracia y misericordia es posible experimentar un verdadero perdón y transformación espiritual.

“No enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, no me acordaré más de su pecado”

— Jeremías 31:34

Jeremías 31:34 destaca la promesa de Dios de un nuevo pacto en el que el conocimiento de Él será universal y personal. En este versículo, Dios declara que perdonará la iniquidad de su pueblo y no recordará más sus pecados. Esto subraya que solo Dios tiene el poder y la autoridad para perdonar verdaderamente los pecados, ofreciendo una relación restaurada con Él. Este perdón divino es un acto de amor y gracia, que transforma y renueva el corazón humano.

“No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz, en su rebelión pensaron poner caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios que perdonas, clemente piadoso, tardo para la ira, grande en misericordia, porque no los abandonaste”

— Nehemías 9:17

Nehemías 9:17 resalta la misericordia y la paciencia de Dios, enfatizando que Él es perdonador y compasivo, a pesar de la rebelión y desobediencia del pueblo. Este versículo subraya que solo Dios tiene el poder de perdonar pecados, mostrando su gran bondad y disposición para no abandonar a su pueblo. A través de su amor incondicional, Dios invita a la reconciliación y ofrece una segunda oportunidad, recordándonos que su gracia es suficiente para transformar nuestras vidas.

“Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados”

— Hechos 13:38

Hechos 13:38 nos recuerda que solo a través de Jesús se ofrece el perdón de los pecados, destacando la exclusividad de la obra redentora de Cristo. En el contexto de la predicación de Pablo, se subraya que la ley de Moisés no puede justificar al ser humano, sino que es a través de Jesús que se obtiene el verdadero perdón y reconciliación con Dios. Este versículo resalta la gracia divina y la necesidad de acercarse a Dios mediante la fe en Jesucristo para recibir el perdón pleno.

“Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”

— 2 Corintios 5:19

2 Corintios 5:19 nos enseña que Dios, en Cristo, reconcilió al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta los pecados de las personas, y nos encargó el mensaje de la reconciliación. Este versículo destaca que solo Dios tiene el poder de perdonar pecados y que lo hace a través de Jesucristo. Al reconciliarnos con Él, somos llamados a compartir este mensaje de amor y perdón, subrayando que la verdadera reconciliación y el perdón provienen de Dios.

“Mi pecado te declaré, no encubrí mi iniquidadDije: Confesaré mis transgresiones a Jehovátú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah”

— Salmos 32:5

El versículo de Salmo 32:5 resalta la importancia de la confesión y el poder redentor de Dios. El salmista admite sus pecados ante el Señor, reconociendo que solo Él puede otorgar el perdón verdadero. Este acto de confesión trae liberación y paz, subrayando que el perdón divino es un don que limpia el alma y restaura la relación con Dios. El versículo nos recuerda que, al abrir nuestro corazón a Dios, encontramos misericordia y reconciliación.

“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”

— Mateo 26:28

Mateo 26:28 dice: “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.” Este versículo subraya la creencia cristiana de que solo Dios, a través de Jesucristo, puede perdonar los pecados. La sangre de Jesús, simbolizada en la Última Cena, sella un nuevo pacto entre Dios y la humanidad, ofreciendo redención. Este acto sacrificial destaca la gracia divina, asegurando a los creyentes que su perdón es posible únicamente mediante la intervención divina.

“A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; a quienes se los retuviereis, les son retenidos”

— Juan 20:23

Juan 20:23 dice: “A quienes perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados”. Este versículo refleja el poder que Jesús otorgó a sus discípulos para perdonar pecados en su nombre, una autoridad que emana de Dios. Aunque Dios es el único con el poder absoluto para perdonar, Jesús concede a sus seguidores la capacidad de actuar como instrumentos de su misericordia, subrayando la importancia de la reconciliación y el perdón en la comunidad cristiana.

“Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”

— Miqueas 7:19

Miqueas 7:19 nos recuerda la infinita misericordia de Dios, quien borra nuestras iniquidades y arroja nuestros pecados al fondo del mar. Este versículo destaca que solo Dios tiene el poder de perdonar verdaderamente nuestras transgresiones, liberándonos de la carga del pecado. Su amor y compasión son inigualables, ofreciendo una esperanza renovada para aquellos que buscan reconciliación. En un mundo donde la redención humana es limitada, Miqueas nos asegura que el perdón divino es absoluto y transformador.

“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”

— Juan 1:29

El versículo Juan 1:29 dice: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Este versículo destaca la singularidad de Jesús como el único que puede perdonar pecados. Al ser llamado “Cordero de Dios”, se refiere a su sacrificio redentor, que cumple con las promesas de Dios para la salvación. Solo Dios tiene la autoridad para perdonar pecados, y a través de Jesús, se ofrece esta gracia al mundo, subrayando su papel central en la redención humana.

“Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”

— Tito 2:14

Tito 2:14 dice: “quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.” Este versículo resalta la obra redentora de Cristo. Solo Dios, a través de Jesús, tiene el poder de perdonar pecados y transformar vidas. Al entregarse por nosotros, Jesús nos libera de la iniquidad, enfatizando que solo a través de Él podemos encontrar verdadera purificación y pertenecer a su pueblo, motivados a realizar buenas obras.

“Casi todo es purificado, según la ley, con sangre; sin derramamiento de sangre no se hace remisión”

— Hebreos 9:22

Hebreos 9:22 dice: “De hecho, según la ley, casi todo se purifica con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón.” Este versículo resalta la importancia del sacrificio en el contexto del perdón de pecados en la tradición judeocristiana. La ley mosaica requería sacrificios de sangre para la expiación. En el Nuevo Testamento, se interpreta que el sacrificio de Jesús es el cumplimiento último de esta necesidad, subrayando que solo a través de Él se alcanza el perdón verdadero, dado por Dios.

“Le quitará toda su grosura, como fue quitada la grosura del sacrificio de paz, el sacerdote la hará arder en el altar sobre la ofrenda encendida a Jehová; le hará el sacerdote expiación de su pecado que habrá cometido, será perdonado”

— Levítico 4:35

Leviticus 4:35 destaca el proceso de expiación a través del sacrificio animal, que simboliza la purificación de los pecados en la ley mosaica. Este versículo subraya que, aunque el ritual es realizado por sacerdotes, es Dios quien otorga el perdón. En el contexto cristiano, esto apunta a la idea de que solo Dios tiene el poder de perdonar pecados, culminando en el sacrificio de Cristo como la máxima expiación. El versículo nos recuerda la importancia del arrepentimiento y la gracia divina.

“Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí”

— Números 14:19

Números 14:19 destaca la intercesión de Moisés, pidiendo a Dios que perdone los pecados del pueblo de Israel, demostrando que solo Dios tiene la autoridad y el poder para perdonar. A lo largo de las Escrituras, se reafirma que el perdón divino es un acto de misericordia y gracia. Este versículo subraya la importancia de buscar el perdón de Dios y depender de su compasión, reconociendo que solo Él puede liberar a las personas de la culpa del pecado.

“Yo deshice como una nube tus rebeliones, como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”

— Isaías 44:22

Isaías 44:22 nos recuerda que solo Dios tiene el poder de perdonar nuestros pecados. En este versículo, se utiliza la metáfora de borrar como una nube para ilustrar cómo Dios elimina nuestras transgresiones. Al igual que una nube se disipa en el cielo, nuestros pecados son eliminados por Su gracia y misericordia. Este pasaje subraya la capacidad única de Dios para restaurar y renovar nuestras vidas, invitándonos a volver a Él con confianza y arrepentimiento.

“Porque tú, Señor, eres bueno perdonadorY grande en misericordia para con todos los que te invocan”

— Salmos 86:5

El Salmo 86:5 nos recuerda que Dios es bondadoso y está siempre dispuesto a perdonar. Este versículo destaca la misericordia infinita y el amor incondicional de Dios hacia nosotros. Solo Él tiene el poder absoluto para perdonar nuestros pecados, liberándonos de la culpa y dándonos una nueva oportunidad. Nos invita a acercarnos a Él con confianza, sabiendo que Su compasión es inagotable y que siempre está dispuesto a recibirnos con los brazos abiertos.

“Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre”

— 1 Juan 2:12

1 Juan 2:12 dice: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre.” Este versículo resalta la verdad central de que solo Dios, a través de Jesucristo, tiene el poder de perdonar nuestros pecados. Nos recuerda que el perdón es un acto divino, otorgado por su gracia y amor. En Cristo, encontramos redención y la certeza de que nuestras transgresiones han sido limpiadas, reafirmando nuestra relación con Dios y garantizando nuestra paz interior.

“Por tanto os digo: Todo pecado blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada”

— Mateo 12:31

Mateo 12:31 aborda el tema del perdón de los pecados, destacando que solo Dios tiene la autoridad para perdonar. El versículo enfatiza que todo pecado y blasfemia pueden ser perdonados, excepto la blasfemia contra el Espíritu Santo. Esto resalta la misericordia divina y la gravedad de rechazar el Espíritu. En el contexto del tema “Solo Dios puede perdonar pecados”, el versículo subraya la importancia del arrepentimiento sincero y la fe en el poder redentor de Dios.

“Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el pecado”

— Hebreos 10:18

Hebreos 10:18 dice: “Pues donde hay perdón de estas cosas, ya no hay ofrenda por el pecado”. Este versículo resalta que, a través del sacrificio de Jesús, se ofrece un perdón completo y definitivo por los pecados. Al eliminar la necesidad de sacrificios continuos, enfatiza que solo Dios puede otorgar el verdadero perdón. Este acto de gracia divina elimina las barreras entre Dios y la humanidad, subrayando que el sacrificio de Cristo es suficiente para la redención eterna.

“A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”

— Romanos 3:25

Romanos 3:25 destaca la obra redentora de Jesucristo, a quien Dios presentó como sacrificio de expiación por medio de la fe en su sangre. Este versículo subraya que solo Dios tiene el poder de perdonar los pecados, y lo hace a través del sacrificio de Cristo. Es un recordatorio de que la justicia divina se satisface mediante la fe en Jesús, y que la reconciliación con Dios es posible únicamente por su gracia y misericordia, no por esfuerzos humanos.

“Soportándoos unos a otros, perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”

— Colosenses 3:13

Colosenses 3:13 nos exhorta a soportarnos y perdonarnos mutuamente, reflejando el perdón que Dios nos ha concedido. Este versículo subraya que, aunque como humanos podemos perdonar las ofensas personales, el perdón verdadero y completo de los pecados es prerrogativa divina. Al perdonar a los demás, imitamos el amor y la misericordia de Dios, recordando que solo Él tiene el poder de absolvernos completamente de nuestros pecados, restaurando nuestra relación con Él.

“Deje el impío su camino, el hombre inicuo sus pensamientos, vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”

— Isaías 55:7

Isaías 55:7 llama a los malvados a abandonar sus caminos y a los injustos sus pensamientos, prometiendo que si se vuelven a Dios, Él tendrá misericordia y les concederá su perdón. Este versículo subraya la idea central de que solo Dios tiene el poder de perdonar pecados. La invitación al arrepentimiento destaca la infinita misericordia y compasión de Dios, quien, a pesar de nuestras faltas, siempre está dispuesto a recibirnos y restaurar nuestra relación con Él.

“Pedro les dijo: Arrepentíos, bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; recibiréis el don del Espíritu Santo”

— Hechos 2:38

Hechos 2:38 destaca la importancia del arrepentimiento y el bautismo en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados. Este versículo subraya que solo a través de Jesús y su sacrificio podemos recibir el perdón divino. Es un llamado a reconocer la autoridad de Cristo en el proceso de redención, enfatizando que aunque los humanos pueden confesar pecados, solo Dios, a través de Jesús, tiene el poder de perdonarlos y ofrecer la salvación.

“Bautizaba Juan en el desierto, predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”

— Marcos 1:4

El versículo Marcos 1:4 dice: “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”. Este pasaje destaca el papel de Juan el Bautista en preparar el camino para Jesús, enfatizando que el arrepentimiento es crucial para el perdón. Aunque Juan predicaba el arrepentimiento, la esencia del mensaje cristiano es que solo Dios, a través de Jesús, tiene el poder de perdonar pecados. Esto subraya la importancia de la fe en Jesucristo como el Salvador.

“Que se predicase en su nombre el arrepentimiento el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”

— Lucas 24:47

Lucas 24:47 destaca la proclamación del arrepentimiento y el perdón de los pecados en el nombre de Jesús a todas las naciones. Este versículo subraya que el perdón divino es accesible a través de Cristo, enfatizando que solo Dios tiene el poder de perdonar. La enseñanza central es que el arrepentimiento genuino lleva al perdón, y es un mensaje que debe ser compartido universalmente, reafirmando la autoridad divina que reside únicamente en Dios para otorgar el perdón.