Queridos hermanos y hermanas, dar la bienvenida a los visitantes en nuestra iglesia es una parte preciosa de nuestro camino de fe. Es más que un gesto de hospitalidad; es un reflejo del amor y la gracia de Dios. Cuando abrimos nuestras puertas y corazones a los recién llegados, estamos reflejando la bondad que nuestro Señor nos ha mostrado.
En las Escrituras, vemos numerosos ejemplos de hospitalidad. Pensemos en Abraham, que recibió a los extraños con los brazos abiertos, descubriendo después que eran ángeles. Esto nos enseña que cuando damos la bienvenida a otros, podemos estar hospedando ángeles sin saberlo. La Palabra de Dios nos anima a ser anfitriones generosos, recordándonos que la hospitalidad es un verdadero acto de servicio a Él.
Dar la bienvenida a los visitantes no se trata solo del espacio físico, sino de crear un hogar espiritual. Cuando las personas entran en nuestra iglesia, deben sentir el calor y el amor de Cristo a través de nuestras acciones. Se trata de hacer que se sientan valorados e incluidos, mostrándoles que no están solos en su camino espiritual.
Además, Jesús mismo fue una presencia acogedora para todos los que conoció. Se acercó a los marginados y los rechazados, ofreciéndoles un lugar en su mesa. Siguiendo su ejemplo, encarnamos el verdadero espíritu del Evangelio. Estamos llamados a extender una mano de amistad a todos, sin importar su origen o circunstancias.
Queridos amigos, cuando nos reunimos como comunidad de iglesia, recordemos que cada visitante es un regalo de Dios. Saludémoslos con sonrisas genuinas y corazones abiertos. Que nuestras iglesias sean santuarios de amor y paz, donde cada persona sienta que pertenece.
A medida que continuamos creciendo en la fe, esforcémonos por ser una iglesia acogedora, que refleje el amor y la aceptación de Cristo. Prometamos hacer que cada visitante se sienta como en familia, compartiendo la alegría y la esperanza que hemos encontrado en Jesús.
Queridos amigos, ahora veamos a continuación las escrituras bíblicas que hablan sobre dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia.
“No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”
— Hebreos 13:2
Hebreos 13:2 dice: “No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.” Este versículo resalta la importancia de recibir a los visitantes con calidez y generosidad. En el contexto de la iglesia, nos recuerda que al abrir nuestras puertas con amor y hospitalidad, no solo estamos siguiendo el ejemplo de Cristo, sino que también podemos estar sirviendo a Dios de maneras que ni siquiera imaginamos. Fomentar una comunidad acogedora en la iglesia es esencial, ya que cada visitante es una oportunidad para compartir el amor divino.
“Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios”
— Romanos 15:7
Romanos 15:7 dice: “Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.” Este versículo resalta la importancia de acoger a otros con amor y aceptación, tal como Cristo nos aceptó a nosotros. En el contexto de la iglesia, invita a dar la bienvenida a los visitantes con calidez y hospitalidad. Al hacerlo, reflejamos el amor de Cristo y glorificamos a Dios, creando una comunidad inclusiva y acogedora que fomenta la unidad y el respeto mutuo.
“Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones”
— 1 Pedro 4:9
1 Pedro 4:9 nos exhorta a practicar la hospitalidad sin quejas, destacando la importancia de recibir a los demás con amor y generosidad. En el contexto de la iglesia, este versículo nos recuerda que abrir nuestras puertas y corazones a los visitantes es una expresión tangible del amor de Cristo. Al dar la bienvenida a nuevos miembros y visitantes, reflejamos la comunidad acogedora y amorosa que Dios desea para su pueblo, creando un ambiente donde todos se sientan valorados y aceptados.
“Porque tuve hambre, me disteis de comer; tuve sed, me disteis de beber; fui forastero, me recogisteis”
— Mateo 25:35
Mateo 25:35 dice: “Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis”. Este versículo resalta la importancia de la hospitalidad y la acogida en la comunidad cristiana. Al dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, seguimos el ejemplo de Jesús al mostrar amor y compasión a los demás. A través de actos sencillos de bondad y generosidad, reflejamos el corazón de Cristo y creamos un ambiente donde todos se sientan valorados y aceptados.
“Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios”
— Levítico 19:34
Levítico 19:34 dice: “Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.” Este versículo nos recuerda la importancia de acoger a los visitantes con amor y hospitalidad, tal como Dios instruyó a los israelitas a tratar a los extranjeros. En el contexto de la iglesia, nos llama a abrir nuestros corazones y comunidades a los nuevos miembros, reflejando el amor y la aceptación divina.
“Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos”
— 3 Juan 1:5
3 Juan 1:5 destaca la importancia de mostrar hospitalidad y apoyo a los visitantes, especialmente a aquellos que son hermanos en la fe. Este versículo alaba a los creyentes que, con amor y fidelidad, acogen a extraños en la iglesia. Refuerza el valor de recibir a los visitantes con generosidad y amabilidad, reflejando el amor de Cristo. Al hacerlo, no solo fortalecemos la comunidad de fe, sino que también damos testimonio del amor de Dios a través de nuestras acciones.
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, miembros de la familia de Dios”
— Efesios 2:19
Efesios 2:19 destaca la importancia de la comunidad y la inclusión dentro de la iglesia. El versículo nos recuerda que, como creyentes, ya no somos extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Este mensaje es especialmente relevante para dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, ya que enfatiza la idea de que todos, independientemente de su origen, son bienvenidos y tienen un lugar en la comunidad cristiana, promoviendo un ambiente de amor y aceptación.
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe”
— Gálatas 6:10
Gálatas 6:10 nos exhorta a hacer el bien a todos, especialmente a la familia de la fe. Este versículo es fundamental para el tema de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, ya que nos recuerda la importancia de mostrar amor y hospitalidad a todos, sin distinción. Al abrir nuestras puertas y corazones, reflejamos el amor de Cristo y fomentamos un sentido de comunidad y pertenencia. Es un llamado a ser generosos y atentos, extendiendo la gracia que hemos recibido a cada persona que cruza el umbral de nuestra iglesia.
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”
— Colosenses 3:12
Colosenses 3:12 nos insta a revestirnos de cualidades como la compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Al recibir a los visitantes en la iglesia, este versículo nos recuerda que debemos hacerlo con un corazón acogedor y amoroso. Estas virtudes crean un ambiente cálido y acogedor, reflejando el amor de Cristo hacia todos. Al practicar estas cualidades, no solo damos la bienvenida a los visitantes, sino que también les mostramos el carácter de la comunidad cristiana, fomentando así un sentido de pertenencia y aceptación.
“Los naturales nos trataron con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, del frío”
— Hechos 28:2
Hechos 28:2 relata cómo los habitantes de la isla de Malta mostraron una bondad poco común al recibir al apóstol Pablo y a sus compañeros náufragos. Encendieron una fogata para ellos debido a la lluvia y el frío. Este versículo destaca la importancia de la hospitalidad y el calor humano, especialmente hacia los visitantes y aquellos en necesidad. En el contexto de la iglesia, nos recuerda acoger a los nuevos con amor y generosidad, creando un ambiente donde todos se sientan bienvenidos y cuidados.
“Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos los ciegos; serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”
— Lucas 14:13-14
Lucas 14:13-14 nos enseña sobre la importancia de invitar a aquellos que no pueden recompensarnos. Al dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, este versículo nos anima a abrir los brazos a todos, especialmente a aquellos que son menos privilegiados o que rara vez son invitados. Al hacerlo, reflejamos el amor incondicional de Dios y acumulamos recompensas celestiales. Este enfoque fomenta una comunidad inclusiva y amorosa, donde cada persona se siente valorada y acogida, independientemente de su situación personal.
“Que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra”
— 1 Timoteo 5:10
1 Timoteo 5:10 destaca la importancia de las buenas obras y la hospitalidad, particularmente en el contexto de la iglesia. Este versículo menciona a una mujer que ha “mostrado hospitalidad”, subrayando la virtud de dar la bienvenida a los visitantes. En el contexto de la comunidad cristiana, recibir a los demás con amor y generosidad refleja el corazón de Cristo y fortalece el cuerpo de la iglesia. Al practicar la hospitalidad, los creyentes demuestran su fe activa y su compromiso con el servicio a los demás.
“Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres”
— Tito 3:2
Tito 3:2 nos exhorta a no difamar a nadie, a evitar peleas, y a ser amables y humildes con todos. Este versículo es relevante para el tema de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, ya que nos recuerda la importancia de mostrar bondad y humildad hacia los demás. Al recibir visitantes, es crucial crear un ambiente acogedor y respetuoso, reflejando el amor y la gracia de Dios, y haciendo que todos se sientan valorados y aceptados en la comunidad de fe.
“Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas”
— Santiago 2:1
El versículo de Santiago 2:1 nos recuerda la importancia de no mostrar favoritismo, especialmente en contextos como la iglesia, donde todos deben ser bienvenidos sin distinción. Este principio es esencial al recibir visitantes en la comunidad de fe, ya que cada persona es valiosa a los ojos de Dios. Al practicar la hospitalidad y la igualdad, la iglesia refleja el amor y la gracia de Cristo, creando un ambiente inclusivo donde todos pueden sentirse acogidos y valorados.
“El que a vosotros recibe, a mí me recibe; el que me recibe a mí, recibe al que me envió”
— Mateo 10:40
El versículo Mateo 10:40 dice: “El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”. Este pasaje subraya la importancia de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, ya que al recibir a otros, estamos recibiendo a Cristo mismo. Acoger a los demás refleja el amor y la hospitalidad cristiana, creando una comunidad abierta y amorosa. Al hacerlo, honramos no solo a Jesús, sino también a Dios, quien lo envió.
“De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; el que me recibe a mí, recibe al que me envió”
— Juan 13:20
Juan 13:20 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo envíe, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.” Este versículo resalta la importancia de acoger a quienes son enviados en nombre de Jesús, reflejando así nuestra bienvenida a Cristo mismo. En el contexto de la iglesia, recibir a los visitantes con amor y hospitalidad es una forma de honrar y manifestar nuestra fe, reconociendo que al recibirlos, también estamos recibiendo a Dios.
“En cualquier ciudad donde entréis, os reciban, comed lo que os pongan delante”
— Lucas 10:8
El versículo Lucas 10:8 dice: “Cuando entren en una ciudad y los reciban, coman lo que les sirvan”. Este pasaje destaca la importancia de la hospitalidad y la aceptación en la comunidad de fe. Al dar la bienvenida a visitantes en la iglesia, se invita a la comunidad a abrir sus corazones y compartir generosamente. Este acto de recibir a otros refleja el amor y la gracia de Dios, fomentando un ambiente inclusivo y acogedor donde todos se sienten valorados y respetados.
“Pues tenemos gran gozo consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos”
— Filemón 1:7
Filemón 1:7 destaca la alegría y el consuelo que se experimentan al mostrar amor y bondad a los demás. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, este versículo nos recuerda la importancia de recibir a los nuevos con calidez y generosidad. Al hacerlo, no solo fortalecemos la comunidad, sino que también reflejamos el amor de Cristo. La hospitalidad y el apoyo mutuo inspiran alegría y fortalecen el espíritu de todos los involucrados.
“¡Mirad cuán bueno cuán delicioso esHabitar los hermanos juntos en armonía”
— Salmos 133:1
Salmos 133:1 dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía!” Este versículo destaca la belleza y el valor de la unidad y la comunión entre los creyentes. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, nos recuerda la importancia de crear un ambiente acogedor y armonioso. Al recibir a los visitantes con amor y unidad, reflejamos el ideal de convivencia fraternal que se describe en este pasaje bíblico.
“No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”
— Filipenses 2:4
Filipenses 2:4 nos insta a no enfocarnos solo en nuestros propios intereses, sino también en los intereses de los demás. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, este versículo nos recuerda la importancia de ser acogedores y atentos a las necesidades de quienes nos visitan. Al poner en práctica este principio, demostramos el amor y la humildad de Cristo, creando un ambiente de comunidad y hospitalidad que refleja el verdadero espíritu cristiano.
“El Señor os haga crecer abundar en amor unos para con otros para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros”
— 1 Tesalonicenses 3:12
1 Tesalonicenses 3:12 dice: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros”. Este versículo resalta la importancia del amor y la hospitalidad, valores esenciales al dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia. Al crecer y abundar en amor, los miembros de la congregación pueden crear un ambiente acogedor y cálido, reflejando el amor de Cristo y fomentando un sentido de comunidad y pertenencia para todos los que llegan.
“Compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad”
— Romanos 12:13
Romanos 12:13 dice: “Compartid con los santos en sus necesidades; practicad la hospitalidad.” Este versículo nos recuerda la importancia de ser generosos y acogedores, especialmente en la comunidad de fe. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, nos anima a abrir nuestros corazones y nuestras puertas a otros, mostrando amor y cuidado genuino. Practicar la hospitalidad no solo fortalece nuestra comunidad, sino que también refleja el amor de Cristo hacia todos.
“Para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros”
— 1 Corintios 12:25
1 Corintios 12:25 habla sobre la importancia de la unidad y el cuidado mutuo dentro del cuerpo de Cristo. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, este versículo nos recuerda que cada miembro es valioso y merece atención y amor. Al recibir a los nuevos, reflejamos ese cuidado genuino, asegurando que no haya división, sino una comunidad unida donde todos se sientan acogidos y valorados. Así, mostramos el amor de Cristo a todos los que entran por nuestras puertas.
“En pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero”
— 2 Corintios 6:6
2 Corintios 6:6 destaca las cualidades de pureza, conocimiento, paciencia y bondad que deben caracterizar a los creyentes, especialmente al dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia. Al actuar con amor genuino y sinceridad, reflejamos el Espíritu Santo que obra en nosotros. Estas virtudes son esenciales para crear un ambiente acogedor y hospitalario, donde los visitantes se sientan valorados y aceptados. Al vivir de acuerdo con estos principios, mostramos el amor de Cristo y fomentamos una comunidad de fe inclusiva y amorosa.
“A Jehová presta el que da al pobreY el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”
— Proverbios 19:17
Proverbios 19:17 dice: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”. Este versículo destaca el valor de la generosidad y la compasión hacia los necesitados. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, nos recuerda que al mostrar hospitalidad y apoyo a los demás, estamos sirviendo a Dios. Al abrir nuestros corazones y manos a los demás, especialmente a los nuevos visitantes, reflejamos el amor de Dios y fomentamos una comunidad de fe acogedora y generosa.
“¿No es que partas tu pan con el hambriento, a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, no te escondas de tu hermano?”
— Isaías 58:7
Isaías 58:7 nos invita a abrir nuestros corazones y hogares a quienes lo necesitan, enfatizando la importancia de compartir nuestro pan con el hambriento y dar refugio a los desamparados. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, este versículo nos recuerda que el verdadero acto de fe va más allá de las palabras; se manifiesta en acciones de hospitalidad y compasión. Al acoger a los visitantes, seguimos el llamado divino de tratar a todos como parte de nuestra familia espiritual.
“Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, haced misericordia piedad cada cual con su hermano”
— Zacarías 7:9
Zacarías 7:9 nos exhorta a practicar la justicia verdadera, mostrar misericordia y compasión. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, este versículo nos recuerda la importancia de recibir a otros con un corazón abierto y amable. Al practicar la justicia y la misericordia, creamos un ambiente acogedor que refleja el amor de Dios. Al mostrar compasión, aseguramos que todos se sientan valorados y bienvenidos, cumpliendo el mandato divino de amar al prójimo.
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia, humillarte ante tu Dios”
— Miqueas 6:8
Miqueas 6:8 nos recuerda lo que Dios espera de nosotros: actuar con justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con Él. Este versículo es especialmente relevante cuando pensamos en dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia. Al recibir a los demás, estamos llamados a hacerlo con justicia y amabilidad, mostrando el amor y la misericordia de Dios. Caminar humildemente significa reconocer que todos somos iguales ante Dios y que debemos acoger a cada persona con un corazón abierto y generoso.
“(El forastero no pasaba fuera la nocheMis puertas abría al caminante)”
— Job 31:32
Job 31:32 destaca la hospitalidad y el cuidado hacia los forasteros, un valor esencial en la comunidad cristiana. En este versículo, Job afirma que ningún extranjero pasó la noche fuera, porque siempre abría su puerta a los viajeros. Este acto de bienvenida refleja el llamado bíblico a recibir y cuidar a los visitantes, especialmente en la iglesia. Al practicar la hospitalidad, seguimos el ejemplo de Job y mostramos el amor de Dios a todos, creando un ambiente acogedor y acogedor para los nuevos y antiguos miembros de la congregación.
“El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
— Mateo 22:39
El versículo Mateo 22:39 dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Este mandamiento subraya la importancia del amor y la hospitalidad hacia los demás, especialmente a los visitantes en la iglesia. Al dar la bienvenida a los recién llegados, se refleja el amor de Dios, creando un ambiente acogedor y cálido. Este versículo nos recuerda que cada persona es valiosa y merece ser tratada con amabilidad y respeto, fortaleciendo así la comunidad cristiana.
“El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió”
— Marcos 9:37
El versículo de Marcos 9:37 dice: “El que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.” Este pasaje subraya la importancia de acoger a los demás con la misma humildad y amor con que recibiríamos a Cristo mismo. En el contexto de la iglesia, nos recuerda que dar la bienvenida a los visitantes es más que una simple cortesía; es una expresión de nuestra fe y una oportunidad para honrar a Dios al recibir a cada persona con amor y aceptación.
“La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos samaritanos no se tratan entre sí”
— Juan 4:9
El versículo Juan 4:9 relata el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana, destacando la sorpresa de la mujer al ver que un judío le hablaba a ella, una samaritana. Este pasaje enfatiza la importancia de romper barreras culturales y sociales para dar la bienvenida a todos. En el contexto de la iglesia, es un recordatorio poderoso de que debemos recibir a los visitantes con amor y apertura, sin importar su origen o antecedentes, reflejando así el amor inclusivo de Cristo.
“Pero el que tiene bienes de este mundo ve a su hermano tener necesidad, cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”
— 1 Juan 3:17
1 Juan 3:17 dice: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”. Este versículo nos invita a reflexionar sobre la importancia de la generosidad y la hospitalidad. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, nos recuerda que el verdadero amor cristiano se manifiesta en acciones concretas de ayuda y acogida. Al abrir nuestro corazón y compartir lo que tenemos, demostramos el amor de Dios en nuestra comunidad.
“Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones”
— Romanos 14:1
Romanos 14:1 nos exhorta a aceptar a aquellos que son débiles en la fe sin juzgar sus opiniones. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, este versículo nos recuerda la importancia de recibir a todos con amor y comprensión, independientemente de sus antecedentes o nivel de fe. Al abrir nuestras puertas y corazones sin prejuicios, reflejamos el amor inclusivo de Cristo, promoviendo un ambiente de acogida y unidad dentro de la comunidad de creyentes.
“Todos los que habían creído estaban juntos, tenían en común todas las cosas”
— Hechos 2:44
Hechos 2:44 dice: “Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común”. Este versículo refleja la unidad y la comunidad entre los primeros cristianos. Es un ejemplo poderoso de cómo la iglesia puede servir como un lugar acogedor para todos, especialmente para los visitantes. Al compartir y vivir en armonía, los creyentes demuestran hospitalidad y amor fraternal, invitando a otros a experimentar una comunidad basada en la fe y el apoyo mutuo, donde todos son bienvenidos y valorados.
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”
— Gálatas 3:28
Gálatas 3:28 es un versículo que destaca la unidad y la igualdad entre los creyentes en Cristo. Afirma que no hay distinción entre judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, ya que todos son uno en Cristo Jesús. Este mensaje es especialmente relevante para dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, ya que subraya la importancia de aceptar y abrazar a todos sin importar sus antecedentes. Refleja el amor inclusivo de Cristo, fomentando una comunidad acogedora y sin prejuicios.
“Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo”
— Colosenses 4:5
El versículo de Colosenses 4:5 insta a los creyentes a comportarse sabiamente frente a los no creyentes, aprovechando bien el tiempo. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, este versículo nos recuerda la importancia de actuar con prudencia y amabilidad cuando recibimos a nuevos visitantes. Mostrar hospitalidad y sabiduría puede crear un ambiente acogedor que refleje el amor de Cristo y, al mismo tiempo, maximizar el impacto de nuestras interacciones con los visitantes.
“Nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”
— 1 Juan 4:21
1 Juan 4:21 dice: “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: el que ama a Dios, ame también a su hermano”. Este versículo resalta la importancia del amor mutuo entre los creyentes como un mandato divino. En el contexto de dar la bienvenida a los visitantes en la iglesia, nos recuerda que mostrar amor y hospitalidad es una expresión de nuestra fe en acción. Al recibir a otros con calidez y amabilidad, reflejamos el amor de Dios y fortalecemos la comunidad cristiana.
Al reflexionar sobre los versículos bíblicos relacionados con la hospitalidad y dar la bienvenida a los visitantes, aprendemos que abrir nuestras puertas y corazones es una manifestación del amor de Cristo. La hospitalidad no solo es un acto de cortesía, sino una expresión tangible de nuestra fe y obediencia a los mandamientos divinos. Nos enseña a valorar a cada individuo, reconociendo que todos somos parte de la familia de Dios, como se menciona en Gálatas 3:28 y Efesios 2:19.
Nuestro pensamiento debería centrarse en la inclusión y la aceptación, recordando que en Cristo no hay distinciones de origen ni condición. Debemos esforzarnos por ver a cada visitante como una bendición y una oportunidad para servir a Dios a través de ellos, siguiendo el ejemplo de Jesús en Mateo 25:35.
En nuestras oraciones, podemos pedirle a Dios que nos dé corazones abiertos y dispuestos a recibir a otros con amor genuino. Que nos conceda la gracia de ser verdaderos embajadores de su paz y que nuestras acciones reflejen la comunidad acogedora que Él desea que seamos. Además, podemos orar para que cada persona que cruce el umbral de nuestras iglesias sienta la calidez y el amor del Señor a través de nosotros.